Fija tu rumbo

Recuerdo que tenía unos ocho o nueve años cuando conocí la radio por primera vez. Mi madre me llevó a los estudios de la cadena Ser para participar en un concurso de una famosa bebida con sabor a chocolate. 

 

Al instante quedé impactada con todo lo que rodeaba a la magia de la radio; los micrófonos, el aroma del café mezclado con el del cableado de los equipos, todo aquello me marcó de tal forma que salí de allí con las ideas muy claras sobre mi futuro. “Mamá quiero ser periodista”, le dije. 

 

Así que me licencié en Filología Hispánica y más tarde en Periodismo. Puse mi barco en rumbo hacia los estudios de radio pero la vida me condujo hacia otros derroteros. Empecé a lo grande, en Madrid en CNN+, donde tropezaba cada mañana con uno de mis mayores fans del mundillo periodístico, el magnífico Iñaki Gabilondo, y digo tropezaba porque más de una vez le di, literalmente, un pisotón a causa de mis despistes de becaria apresurada por mis ansias de conocimiento. 

 

El gran giro de mi barco llegó el día en el que me di cuenta de que estaba demasiado enamorada de mi isla, hasta un punto de obsesión, así que decidí no mirar atrás y regresar a la protección de mi hogar. 

 

La primera oportunidad me la dio Joaquín Catalán al frente de La Opinión, donde aprendí el arte del periodismo de la calle. Me especialicé en eso de hacer reportajes sociales, en contar al lector lo que sucede tras la puerta de su casa. 

 

Un día me di cuenta de que aquel trabajo, que me apasionaba, no podría mantenerlo a largo plazo. Tenía planes incompatibles con una vida eterna dentro de la redacción de este periódico, a pesar de que aquel lugar donde se respiraba periodismo en estado puro me gustaba mucho. 

 

Otra vez tuve que redireccionar mi rumbo hacia un trabajo que me permitiera vivir algo más y ello sólo sería posible si trabajaba en gabinetes de prensa, sujetos a un horario. 

 

Pasé muchos años haciendo política de postín y muy pocos cultivando mi creatividad. Casi once años trabajando muy cerca de los políticos puede llegar a ser peligroso, así que decidí bajarme de aquel lujoso crucero antes de que me hundiera con él como si fuera el Titanic. 

 

Un año antes de tomar esta decisión, llegaron al mundo mis adorables y traviesos Mateo y Bruno. Estaba totalmente enganchada a ellos y no quería hacer otra cosa que no fuera contemplar sus caras de mirada serena y cristalina como el agua que nace del manantial más puro. 

 

Mis mellizos, sin pronunciar palabra alguna, me lo dijeron todo. Debía coger mi pequeña embarcación de nuevo y tomar otro rumbo que me abriera un nuevo horizonte en el que fuera feliz de verdad y sobre todo, en el que la palabra conciliación no fuera un mero eslogan de una manida campaña. 

 

Y ahora me encuentro aquí. Estoy en el salón de mi casa frente a mi ordenador, mientras escucho algo de música relajante y redacto estas líneas, con el deseo de que me lleven a ese puerto esperado. 

 

El camino no ha sido fácil, pues no ha estado exento de prejuicios y de miradas cuestionadas por parte de los que me rodean. Por el camino he tenido que reinventarme, formándome como Community Manager, a través de la comunidad ‘Mamis Digitales’, donde su gran equipo me ha enseñado las claves para destacar en las redes sociales, al tiempo que me he pertrechado de las herramientas necesarias para convertirme en una gran copywriter.

 

¿Y eso de ser Community Manager y Copy qué invento es? Esta es una de las preguntas que me hacen algunos amigos y familiares, y siempre les respondo igual: es un mundo de posibilidades que nos ofrece lo digital para ganar más dinero y si tú no estás presente en lo digital, nadie, más allá de tus vecinos y conocidos, sabrá que existes. 

 

Yo lo tengo muy claro, es ahí donde quiero estar. Ya he fijado mi rumbo y no habrá viento u oleaje que me desvíe de mi destino. Tengo un nuevo horizonte que explorar, y sí, reconozco que da miedo, pero no quiero esperar en la orilla por si me lleva de nuevo la corriente. 

 

¿Subes a mi barco y remamos juntos?

Creado por Maryorie GLEZ
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1 Comment

  1. Cenci enero 24, 2022 at 3:38 pm

    Me ha encantado tu relato , cargado de optimismo.

Comentarios

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